dijous, 16 d’abril del 2020

Guayaquil. la perla (Wuhan) del Pacífico

Generalmente a los latinoamericanos nos caracteriza nuestra manera abierta de interactuar con el resto del mundo, es por esto que muchas veces y cuando el tiempo acompaña (o no) nos relacionamos de manera diferente a la que lo hacen los vecinos del país,  al que (por desgracia para nosotros) tuvimos que ir, huyendo del nuestro.  

La provincia del Guayas, con su capital Guayaquil, segunda ciudad más importante de la República del Ecuador y primer puerto principal, es una ciudad  acogedora, risueña, rumbera, pero también una ciudad donde se ve que las diferencias socioeconómicas  son enormes, supongo que como en toda gran ciudad. El caso es que estas primeras líneas son para poneros en situación -por decirlo así- de lo que nos diferencia a nosotros de los europeos. 

Lo que realmente me lleva a escribir estas líneas es el sufrimiento que a día de hoy está pasando la gente de mi provincia y lo quiero denunciar.  Expongo a continuación unas cuantas realidades.

Cuando en diciembre del 2019 las autoridades chinas identificaron el contagio de algunos de los habitantes de la ciudad de Wuhan, principalmente de personas vinculadas al mercado de mariscos del sur de la ciudad, el mundo no tenía ni idea de lo que se le venía encima. 

Guayaquil, epicentro sudamericano del COVID-19 

Entre el 1 de marzo (1 caso confirmado) y el día de hoy (13 de abril) van 7466 casos positivos, 333 fallecidos y otros 338 decesos probablemente debidos a COVID-19 según datos oficiales, datos que, según la policía, nada tienen que ver con los suyos propios. Cadáveres tirados en las calles a la espera que las autoridades sanitarias hagan el levantamiento en cuyo caso puede tardar hasta más de 48 horas.

Qué triste es ver como una madre llora por ver que su hijo o hija ha muerto en casa sin ningún tipo de ayuda sanitaria, ya que el sistema está colapsado, pensar que el amor de su vida es capaz de matar estando muerto, parece el guion de una película de Tarantino. 

Y qué hace el gobierno? Pues básicamente decir que la culpa de todo es del anterior presidente, Rafael Correa, sin dar la cara públicamente y gobernar a base de Twits es el día a día de Lenin Moreno, presidente de la República del Ecuador. 

En esos primeros días, su vicepresidente, un hombre cuyo apellido es difícil de pronunciar, Otto Sonnenholzner, estuvo de gira por diferentes países promocionando su más que posible candidatura a las elecciones generales, a pesar de la crisis sanitaria que estaba y está viviendo el país.

Y el sistema médico? Totalmente colapsado, juntamente con el sistema funerario de la ciudad, enterrar un muerto es caro, pero ahora hay quienes especulan con el precio y quieren hacer su agosto en plena crisis sanitaria. 

Los doctores denuncian que las autoridades los amenazan con dejarles sin licencias para poder ejercer la medicina si filtran o denuncian la realidad de lo que ocurre en sus respectivos centros de trabajo, en este caso, los hospitales. 

que iba a repatriar a unos ciudadanos extranjeros que estaban en la ciudad de vacaciones? Pues ese avión no pudo aterrizar en las pistas del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Gquil, porque la señora Viteri, alcaldesa de la ciudad, dijo que nadie de fuera iba a pisar territorio nacional, y atravesó camionetas en plena pista para evitar el aterrizaje del citado aparato aéreo. 

Recuerdo que en 2016 el país se enfrentó a la catástrofe que ocasionó un  terremoto y se recuperó notablemente porque su gobierno antepuso la necesidad humana por encima de la codicia corporativa. Entonces no se persiguió a la oposición, se abrazó a las victimas, algo opuestamente contrario a lo que hace hoy el gobierno, que si lo criticas no duda en poner a la policía a las puertas de tu casa.

Guayaquil requiere ayuda de otro tipo, no nos hacen falta los crucifijos, ni las oraciones (o no solamente), lo realmente necesario en esta situación son la ciencia, los medicamentos, las mascarillas, los enfermeros, los doctores, ya que hay un porcentaje muy grande de profesionales infectados por trabajar sin la debida protección, simplemente porque no la hay. 

Lejos estamos de salir de esta crisis sanitaria, lejos estamos de ver una luz, tan solo una luz, porque el final del túnel se presagia obscuro y doloroso.






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